Thursday, July 24, 2008

San Agustín a diario

Casi a diario observando la fachada de la iglesia de San Agustín. Allí, en la esquina de los jirones Ica y Camaná del azotado Centro Histórico de Lima.
Azotado porque continuamente veo caer edificios con más de un siglo de antiguedad dando espacio a construcciones que arquitectónicamente nada tienen que ver con la historia o el panorama de la zona. ¿Cuánto interés económico e ignorancia total puede campear en los ámbitos municipales y del INC. La cultura en el país no se maneja mediante memos y oficios. Modernizar no es derrumbar.
Volviendo al tema: casi todos los días viendo la fachada de la iglesia de San Agustín situada frente a la plazuela de mismo nombre. Trabajando junto al edificio que el suizo Teodoro Cron diseñó en 1955 (entonces fue la Compañía Peruano Suiza, hoy es el SAT) sobre el colonial Teatro de Comedias, y donde muchos años después estuvo la mítica peña Pancho Fierro de las hermanas Bustamante. La plazuela que en su justo medio ostenta el monumento a César Vallejo del escultor español Jorge de Oteiza levantada con gran osadía abstracta tras una colecta organizada por el Instituto de Arte Contemporáneo-IAC en 1961.
Qué plazuela para más histórica. Volviendo nuevamente al tema, es decir, revolviendo: la iglesia, que pertenece a los primeros agustinos que llegaron al Perú en 1551 iba a estar ubicada en el lugar que hoy ocupa la iglesia de San Marcelo, pero al parecer, por lo insalubre de la zona los jesuitas pidieron un cambio de lugar.
La fachada, terminada hacia 1720, es una joya que no me canso de observar. Tallada en piedra, churriguerresca, barroca, la reja que la rodea, qué armonía.
Y las torres. Desde la oficina de Micromuseo puedo observar el techo de la iglesia y el lugar que ocupó la única torre, pues dos nunca hubo, ya que solo se logró levantar una pues para la otra no alcanzó el dinero. Dicha torre, ya desaparecida, puede ser vista en el Archivo Courret, en una fotografía que data de 1880.
Pues bien, alguna vez leí que las torres de las iglesias de Lima fueron los lugares ideales para los bandos en disputa, ya que desde ellas se podía obtener la mejor visión del enemigo. Al estallar la revolución de Piérola hacia 1895 los insurgentes instalaron sus cuarteles en esta plaza, anteriormente llamada Plazuela 7 de setiembre o Plazuelita del Teatro o Plazuelita del Portalito de San Agustín. Así las cosas, los pierolistas ocuparon la torre de esta iglesia y desde allí situaron gran número de francotiradores.
Las fuerzas caceristas instalaron a su vez un cañon en la torre de la iglesia de Santo Domingo, ubicada a tres cuadras y desde ella bombardearon la de San Agustin. Con un solo y certero disparo se la echaron abajo.

Se afirma tambien que la cruz que hoy se puede ver sólo mediante grabados y fotos de la época, entonces ubicada en uno de los extremos de la reja que da al jirón Camaná, fue colocada en recuerdo de un campanero que por curioso al querer observar una bronca frente a la iglesia asomó en horas de la madrugada por la torre perdiendo el equilibrio y no paró hasta dar de cabeza en el suelo.

Asímísmo, y hablando de muerte, en el interior de la iglesia se encuentra la escultura La muerte o Alegoría de la Muerte o El arquero de la muerte, del fraile agustino Baltazar Gavilán, que según Ricardo Palma mató del susto a su creador una noche del siglo XVIII, en la que éste regresaba a oscuras y con copas de más. Justamente, dicha escultura que hasta hace unos años era sacada en procesión los jueves santos, será exhibida en la muestra Orígenes virreinales de la imaginería popular, que esta noche del 24 de julio se inaugura en el Icpna de Miraflores.