Wednesday, October 24, 2007

Grill Embassy

Dile adiós al Cabaret
Así como le va diciendo adiós a la ciudad aquel último y languidecido refugio de fanáticos de Bollywood, el cine Tacna (ver cartel de SE VENDE en su fachada), mucho antes las noches de Cabaret se despidieron de Lima, la vieja de mierda.
Extraño los tiempos que no he vivido. Por eso aquella tarde harta emoción hubo en este redactor que sólo una vez en la década del ochenta metió su moneda de a sol en una ranura para que las rojas cortinas de la cabina se abrieran y viera a miss jamona en todo su apogeo calateril. Strip tease de a luca para voyeurs escondidos detrás de una vitrina. Camuflaje ilusorio porque todos nos veíamos a todos.
Extraño esos tiempos anteriores a los anteriores, es decir, llegar imaginariamente a los años 40, 50, cuando en Lima se vivía el apogeo del Cabaret. Y los recorridos nocturnos eran, verdaderos recorridos que involucraban a una mazamorra bien limeña de hombres y mujeres.
Como bien sabemos, el Night Club Boite o Grill, aquellos centros nocturnos que presentaban fastuosos shows multicolores con las vedettes más impresionantes y los astros y cantantes del momento, devorados fueron por esta ciudad que muta a cada instante.
Madrugadas de alcohol, plumas, lentejuelas, luz negra, y amplio salón de baile. Betty di Roma, Ruby Cristal, Peggy Tessman, Satanela, Linda Lorenz, Anakaona, Mara la Salvaje, Norma Marini, muchos nombres femeninos que desfilaron su escultural cuerpo por los escenarios de nuestras extintas noches limeñas, han sido reemplazados por cómicos ambulantes, vedettes para futbolistas y bares de calatas con peperas.
El Grill Tabaris, la Grotta Azurra, la Boite el Olímpico, son igualmente sólo algunos huariques antiguamente conocidos. O el Grill Embassy en el centro de Lima. Mítico Grill Embassy, testigo de las madrugadas olvidadas por la historia.

Grandes historias, histerias largas, mollizna a la salida y con paraguas. Carros negros y brillantes, zapatos de charol, mujeres de taco alto. Compendio derruido de cómo se divertían los limeños.

Puedo atestiguar que cierto rumor persiste hoy en aquel subterráneo. El rumor de músicos fantasmas tarareando su próximo tema. Aquel tema muy bajito, escurriéndose, aún perceptible, por las paredes y techos. Techos y paredes bajo los cuales no queda nada del calor humano que se agitaba allí hace más de medio siglo, únicamente destruidos murales y espejitos.

El deseo en ebullición, un glamour de cabaret. Por motivos de fuerza mayor no diré el motivo de mi descenso hasta aquel otrora submundo del espectáculo frívolo de plumas y lentejuelas. Sólo diré que algo sucederá pronto allí.

Pero esto señoras y señores, ladys and gentlemans, es el tiempo de las boites, el ya ido, el desaparecido. Miren los murales, el escenario semicurvo donde Betty Di Roma, Anakaona, cimbrearon su cuerpo, donde Pérez Prado, Jesús Vásquez, y muchos otros, dieron lo mejor de si. La recordada escalera, la platea, los fantasmas, la añeja versión de la noche eterna.

Sunday, October 21, 2007

Homenaje al autor de Los 400 golpes

El diario íntimo de Francois T.
Un día como hoy falleció en París. Francois Truffaut, autor de conocidas películas como Los 400 golpes, Jules et Jim y El Último Metro, decía que prefería ver la vida a través de los libros y el cine. Fundador junto a Chabrol, Godard y Rivette de la nouvelle vague, este realizador se ha convertido en una de las figuras indiscutibles de la historia del cine francés y mundial.
Por: Daniel Contreras M.

En sus filmes, los hombres no saben bien lo que quieren. Van un poco a la deriva, coincidiendo en que el amor es una emoción fuerte, pero la vez vaga. Tienen miedo y son más débiles que las mujeres.
Ningún personaje está tan seguro de sí mismo como la Jeanne Moreau de Jules et Jim. Ninguna está tan estúpidamente enamorado como el Jean Paul Belmondo de La sirena del Mississippi. Algunos terminan solos, desaparecidos o desconsolados como los protagonistas de Las dos inglesas y el continente, La Piel Suave o El Cuarto Verde.
Esa inclinación por la fuerza y el dominio que ejercen las mujeres en el cine de Truffaut podría ser respuesta a una infancia dura. Ya había mencionado que ellas, como él, se mostraban sensibles a las desdichas de los niños. Alguna vez mencionó que había tenido una niñez penosa. Y que si no hubiera sido cineasta se habría convertido en profesor. Quizás como el maestro de La Piel Dura.
Francois Truffaut confesó que el lugar que más le gustaba era el campo que aparecía en la película Amanecer de F. W. Murnau. Él prefería esa imagen de la vida, a la vida misma.
Y eso era tan cierto como para decir que las desventuras de Antoine Doinel, el pequeño personaje que encarnó su actor-fetiche Jean-Pierre Leaud en Los 400 golpes, eran las suyas propias.

Crítico severo con las películas que comentaban en Cahiers du Cinema, actor discreto y melancólico, director de historias de amor y de niños, y creador de diálogos sinceros, Truffaut se ha convertido en una figura adorada por miles de cinéfilos.
Se le culpa de haber creado en Los 400 golpes, uno de los finales más bellos e implacables, ese, donde aparece Antoine Doinel corriendo por una avenida hasta que las casas desaparecen y llegamos con él al mar, para mirarnos de frente, sin sonreírnos. (Ver video abajo)

Truffaut por Truffaut

“Yo no muestro gente que nada, esquía, o baila, pues no sé nadar, ni bailar ni esquiar y no entiendo nada de deportes. Entonces, para elegir a mis personajes y procediendo por eliminación, trabajo con lo que queda: las historias de amor y las historias de niños. Un realizador se puede comparar a un capitán de un barco a la deriva. Hago mío ese eslogan bien conocido: las mujeres y los niños primero”.
“La infancia es el mundo que mejor conozco. Me siento mejor con un niño que con un adulto. Las personas están demasiado impresionadas por un papel social para ser verdaderamente sinceras. No puedo tener una conversación con ellos más que cuando hablamos de cine. Con los niños, por el contrario, puedo hablar de todo”.
“A cuantos fastidia la admiración que los jóvenes cinéfilos prestan al cine americano, hay que decirles que se fijen en que las mejores películas de Hollywood están a veces firmadas por el inglés Alfred Hitchcock, el griego Elia Kazan, el danés Sirk, el húngaro Benedek, el italiano Capra, el ruso Milestone, y los vieneses Preminger, Ulmer, Zinnemann, Wilder, Stenberg y Fritz Lang”.
(Revista Oiga, Nº 39. 2 de febrero de 2001)