Me gustaba ir por los campos
llevando conmigo el orgullo del verano
hasta que lo vi, al señor del amor,
que se deslizaba sobre los rayos de sol.
Puso lirios en mis cabellos, y rosas rojas en mis cejas.
En su jardín dorado había
todo lo que alegra la vista.
El rocío de mayo me mojó las alas,
Mío es Febo, canto de fuego.
En sus redes de seda me atrapó,
en su jaula dorada me encerró.
William Blake
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