Monday, March 16, 2009

"Lo que está haciendo Castañeda es transformar de manera inapropiada espacios urbanos importantes, está borrando la memoria histórica de la ciudad"

Nuestra alerta, nuestro llamado de atención siempre ha sido el señalar que esta gestión municipal del alcalde Luis Castañeda, en lo referente al trato urbano histórico, es la peor que nos ha tocado. Completamente convencido me siento cuando muchas veces no puedo (no podemos) ser otra cosa que mudos testigos de la paulatina, rápida, destrucción de la memoria visual de una ciudad, nuestra ciudad. No es sólo la exacta demostración de la ignorancia municipal que impera en todos sus conceptos de lo que Lima representa, también los nuevos habitantes de la capital han desarrollado un sistemático proceso de arruinamiento arquitectónico y urbano. Modernizar no es destruir lo antiguo, es adecuarlo.
En todo caso, la palabra la tiene el importante urbanista y arquitecto Wiley Ludeña, creo que uno de los más claros y centrados a la hora de hablar de Lima. El suplemento Dominical del diario La República publicó ayer esta entrevista que merece especial atención y un desarrollo mayor en muchos de sus angulos, sobre todo, en lo referente a la inminente y desproporcionada destrucción del Centro Histórico de la ciudad.

“Se está construyendo una ciudad de guetos”

Wiley Ludeña Urquizo, arquitecto, urbanista, profesor universitario y director de la revista Urbes, es acaso uno de los investigadores más importantes del desarrollo de Lima y su futuro como ciudad. Aquí reflexiona sobre los peligros sociales que se ciernen sobre la capital si seguimos creciendo sin planificación y cuestiona la gestión del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio. Por Raúl Mendoza

–Para algunos, los cambios que se han operado en la ciudad son un rasgo de modernidad. ¿Usted cómo ve a Lima? ¿Le gusta o no?
–Como estudioso urbano Lima es fascinante. A muchos colegas Lima les parece un gran ejemplo de cómo las políticas neoliberales desestructuran el mundo urbano, Lima es una ciudad excepcional por el nivel de informalidad que hay. Nadie entiende cómo puede funcionar una ciudad de ocho millones de habitantes sin un sistema de transporte eficiente. Lima siempre será un fascinante tema de investigación. Pero Lima como espacio de vida para mí, como ciudadano, es una ciudad que no me gusta. No hay espacios públicos, el ritual del paseo cotidiano es inexistente, tiene apenas 1.2 metros cuadrados de verde por habitante. ¿Cómo puede uno sentirse bien con ese índice?

–Esta situación no es nueva, pero, actualmente, ¿el alcalde tiene alguna visión de ciudad?
–El culpable no es solo Castañeda ni los alcaldes anteriores. Es el concepto de ciudad que hemos manejado en el Perú. Hoy en día hay un ‘boom’ inmobiliario. El sector privado señala que sin ellos es imposible hacer la ciudad. Se oponen a muchas leyes y normas que regulen el crecimiento urbano. ¿A dónde voy? Los grandes ciclos de expansión inmobiliaria, como el de hoy, han dejado una Lima con determinados atributos o defectos. Los actuales inversores privados nos tendrían que demostrar que a lo largo de 150 años han hecho una Lima mejor. Y los resultados históricos dicen que eso no ha sucedido. Desafortunadamente el empresariado en el Perú es inculto, no tiene un concepto urbano, está desprovisto de una visión moderna y sostenible de ciudad.

–Con el proceso de urbanización acabaron con los valles de Lima...
–Hay una cantidad de ejemplos de cómo este empresariado ha medrado los espacios urbanos, de cómo tiene avaricia y pelea por un metro cuadrado porque no quiere dar área verde, o área para vías porque no quiere compartir espacios con la ciudad. He investigado rigurosamente sobre esa historia y no encuentro ejemplos, como en otras ciudades, de empresarios que tengan una visión moderna, sostenible, ecológica, de la ciudad. Es tiempo de señalar ese tipo de responsabilidades.

Playa, transporte, Castañeda
–Usted tenía propuestas para la Costa Verde hace varios años…
–En algún momento había un debate con dos planteamientos: urbanizar la Costa Verde, con edificios en los acantilados y discotecas en la playa. O, en su defecto, un proceso de re-naturalización de la Costa Verde, recuperar la playa, arborizarla, que era mi propuesta. Nuestra visión era deliberadamente radical, más provocativa. La actual, de Augusto Ortiz de Zevallos, es más prudente, más término medio. Pero era lo lógico porque los autores del proyecto anterior, que venían de la influencia barcelonesa de urbanizar el litoral, dijeron sin ningún empacho que querían proyectar la dinámica urbana de la avenida La Marina en la playa.

–El proyecto actual plantea el mínimo equipamiento en la zona de playas y bajarle la velocidad a la vía Costanera ¿Usted está de acuerdo?
–Era nuestro planteamiento. Por eso respaldo la visión actual.

–Hablábamos antes acerca de los condominios cerrados en la ciudad. Esto también ocurre en las playas. ¿Es un proceso irreversible?
–Es el fenómeno típico de la ciudad posmoderna y está registrado en las capitales que han sufrido procesos de reestructuración neoliberal. Son procesos que implican privatización de los espacios residenciales, una autosegmentación social, producto de una creciente polarización social: los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Eso se traduce en una ciudad donde las fricciones urbanas se acentúan, por tanto se hace inevitable el autoenclaustramiento, el cercamiento de los espacios de vida y residencia. Es un proceso irreversible en la medida en que todos pensemos que las leyes del mercado neoliberal son las que tienen que manejar la ciudad. Lima es uno de los ejemplos más dramáticos de los efectos del modelo neoliberal en la ciudad.

–Respecto a las obras de Luis Castañeda, ha puesto énfasis en lo vial. ¿Es suficiente para tener una ciudad fluida?
–Hoy hay consenso en que no es posible tener una ciudad ecológicamente sostenible que se sustente en el automóvil privado, la vivienda individual y la expansión suburbana. Hoy sinónimo de ciudad sostenible es la ciudad compacta, de edificios altos, con porcentaje importante de área verde. Lima va en sentido contrario. Primero, la actual administración privilegia el automóvil privado. En Europa tener automóvil es muy caro y el transporte público es cómodo, rápido y eficiente. La visión del alcalde de Lima ha ocasionado la destrucción del tejido urbano neobarroco limeño: la avenida Grau, la avenida Alfonso Ugarte, el Paseo de los Héroes Navales. ¿Qué va a pasar dentro de 30, 40 años, cuando quizá haya otras formas de transporte urbano, como la bicicleta por ejemplo? Se habrá borrado una página entera del urbanismo en el caso de Lima, para nada.

–¿Eso no ha pasado en otras ciudades que se modernizaron?
–¿Te imaginas los Campos Elíseos en París convertidos en vía expresa? ¿el Paseo de la Reforma de México convertido en vía expresa? Sería inadmisible. Pero eso sí ha pasado en Lima. La avenida Grau, que fue una avenida espléndida, con veredas anchas, árboles, ahora es una vía expresa. La avenida Alfonso Ugarte, con una arquitectura interesante, hoy es una vía expresa. Con esta filosofía (de Castañeda) no se puede esperar nada en términos de un proyecto urbano distinto. Los resultados son positivos en la coyuntura, pero los efectos son lamentables. Y si vamos al patrimonio urbanístico, que abarca barrios enteros, también ha desvirtuado el trazo original del Parque de la Reserva. Lo que está haciendo Castañeda es transformar de manera inapropiada espacios urbanos importantes, está borrando la memoria histórica de la ciudad.

–Todos hemos escuchado alguna vez que Lima fue una “ciudad jardín”. ¿Es cierto eso o solo es parte de la leyenda?
–Es parte de la leyenda, nunca fue ‘ciudad jardín’. Ahora todas las urbanizaciones tienen nombres de flores y parques, y no tienen ni flores ni parques. Es una especie de pulsión inconsciente cuando se sabe que la ciudad no es como debe ser. El concepto de “ciudad jardín” es una teoría urbanística y no ha existido en Lima.

–Pero hubo una época en que se construyeron los óvalos de donde partían las principales avenidas de Lima. ¿No fue una época ordenada de la ciudad?
–Hablamos de una Lima que nace con la demolición de la muralla en 1872. Es una Lima que adopta como modelo el neobarroco, un concepto de ciudad compacta, de edificios de cuatro, cinco pisos, estructuras viales tipo bulevar. Los modelos son París, Londres, Berlín. Fue la Lima de la ‘república aristocrática’ que funcionó hasta los años 20. Pero esa Lima sucumbió ante el modelo americano importado por Leguía, que privilegia el chalet privado, el automóvil. Fue el otro desarrollo histórico de Lima: hacia la periferia, hacia la urbanización, el caos abierto. Ese es el modelo que ha seguido Lima hasta ahora.

–Contra ese modelo se dice que Lima debe crecer hacia arriba. Eso pasa hoy con el ‘boom’ de la construcción. Pero usted también es crítico de este proceso.
–Es que hay problemas serios. Un ejemplo: la estrategia de densificación en la avenida La Colmena a inicios del siglo XX: edificios de vivienda colectiva de cuatro, cinco pisos, veredas de cinco metros de ancho y árboles que permitían un paisaje urbano interesante. Eso no pasa ahora. Hoy hacen edificios de diez, quince pisos, en lotes hechos para vivienda individual, cercados con rejas, con vereditas de metro y medio para caminar en fila india. Ahí la densificación se da contra la ciudad. No hay un diálogo con el espacio público. Hoy es el tiempo del ‘condominio privado cerrado’. Se está construyendo una ciudad de guetos y será en el futuro una tragedia. Cada vez más la gente necesita menos la ciudad. Porque puedo salir con mi automóvil del estacionamiento de mi edificio, ir al supermercado donde hay otro estacionamiento, compro, vuelvo a mi casa. No necesito caminar en la ciudad, no necesito veredas ni parques. Ese modelo no es una ciudad para vivir y compartir.

Frases sueltas

En lugar de abrir la ciudad y sus megaproyectos a concursos internacionales, que le habrían reportado –solo por este hecho– una publicidad indirecta global y un reconocimiento unánime como una de las ciudades líderes, la actual administración optó por los encargos a dedo, cerrados y crípticos. Todo lo contrario al camino recorrido por metrópolis renovadas como Barcelona, Berlín o Shangai”,

"Ciudades como Río o Buenos Aires, más densas que Lima, no registran ese inhóspito panorama que ya presentan muchas calles de aquí, convertidas hoy en “callejones” rodeados de rejas continuas que protegen estacionamientos semi privados a lo largo de la cuadra que jamás una normatividad sensata debería haber permitido”.

"Se debe reconocer una serie de iniciativas como la construcción de parques de gran impacto social como el de Villa El Salvador o el conjunto de viviendas La Muralla como una positiva pero aislada experiencia de renovación urbana. (…) Otro aspecto a destacar es la reformulación de la visión de la Costa Verde, la cual aboga ahora por una atemperada renaturalización en oposición a su compulsiva urbanización”.
Del documento “Cambiar para no cambiar”, enero 2009.

Tomado de: http://larepublica.pe/archive/all/domingo/

1 comment:

Iván said...

Sí, es una tragedia.
Lima no es más la ciudad de los burdeles;
es la ciudad de las rejas.