Sunday, July 18, 2010

Cuando el optimismo por el futuro nos deja atrás

Apocalipsis distrital desde Breña
Anuncios de plástico colgando de los balcones, como amarillas lenguas, rezan la sentencia a la que esta antigua y descuidada casona de la cuadra 7 de la avenida Venezuela, esquina con Huaraz, ha sido condenada por su propietaria.
Su venta como terreno es el aviso del fin para uno de los pocos edificios que sobreviven de la Breña tradicional. La casa, que comprende toda la esquina, está ubicada frente al antiguo Palacio de los Deportes, o del Jai Alai como también se le conoció, hoy local de la empresa Sedapal. Con su más que seguro derrumbe, Breña perderá una zona monumental que en algún momento, estoy casi seguro, fue declarada de importancia histórica mediante resolución. He buscado aquel dato que alguna vez leí impreso o encontré en internet, pero no lo he encontrado. Quizás alguien pudiera saberlo y de paso darnos el dato.
Porque será una gran lástima ser menos ricos, ser más pobres en cuánto historia y memoria visual urbana. Los radicales cambios a los que la ciudad está siendo sometida bajo la idea de un boom de la construcción y que comprende el aumento de complejos habitacionales y de centros comerciales en la mayoría de distritos populares de Lima, es en gran medida la raíz de casi todos nuestros problemas de tráfico y del colapso de los servicios públicos. La ciudad y sus vías de escape, en todo sentido, no dan para más. Es hora de descentralizar y de detener este proceso, lo dice un mudo testigo.
La escasa -nula- visión planificadora de la capital por parte de la mayoría de gobiernos centrales y locales, ha provocado un lío mayor que ningún Metropolitano, tren eléctrico o cambio diario de tuberías, podrán contener.
Esta casona de principios del siglo XX, de neoclásica arquitectura afrancesada que pronto será adobe sobre adobe en una de las avenidas con mayor interés comercial del distrito, que sirva como ejemplo de lo que olvidamos a la hora de emprender la construcción de nuestras ciudades: modernizar no es derrumbar, es adecuar lo antiguo a lo actual.
Dos cuadras más allá, en la esquina de Huaraz con la avenida Bolivia, se levantó hasta hace unos años el antiguo cine Glory. Su arquitectura, que incluía detallados frisos romanos, ya es parte del olvido. Hoy se erige allí una demoledora institución educativa. Lo mismo sucedió con el cine Capitol de la avenida Arica y con el Patty, en Jorge Chávez.
Lo mismo con la fábrica El Tigre y con la vieja posta de salud del jirón Carhuaz inaugurada por Leguía en la década del 20 y que aparece a todo color en una portada de la revista Variedades. Lo mismo con todo lo demás que no nombro, a anterior y a futuro. 

2 comments:

Anahí Vásquez-de-Velasco Z. said...

¿Te das cuenta de lo triste es que nuestros llamados no tienen eco?

Muy pocos se interesan por hacer algo. Y nadie comenta, ni siquiera, artículos como éste sobre la acelerada destrucción de Lima.

Y eso es parte de nuestra idiosincrasia. ¿Cuántas ciudades europeas fueron bombardeadas y en cuántas de ellas murieron ingentes cantidades de personas? ¿Y, cuántas de esas ciudades, siguen reconstruyéndose y adaptándose al tiempo sin destrozar su identidad regional arquitectónica?

Duele saber casi con certeza, que con Lima, no será así. Pero tal vez, se pueda hacer algo para que esta destrucción se minimice...

Es obvio que en distritos como San Borja, Surco, La Molina, Comas, San Martín y los alrededores modernos de San Isidro, Miraflores, Lince, Lima, Jesús María, Magdalena, El Rímac, Breña, etc., se puede intervenir de acuerdo a la época actual, pero en los centros ya construidos e históricos, no se puede permitir que ocurran estas cosas. Dentro de un par de años van a querer hacer, por ejemplo, un parque en la Plaza de Acho, que lo que sucede adentro no me interesa para nada, pero como edificio, es una pieza urbana histórica e intocable ¿o no?

Saludos,
Anahí
avvzgestioncultural@yahoo.es

Daniel C. said...

Comparto totalmente tu comentario. Si bien Lima ha sido siempre un ciudad en constante transformación, requerimos de autoridades y ciudadanos que comprendan que la memoria visual de una urbe, es su principal riqueza histórica.
En ese sentido, vamos camino a la pobreza cultural, en plena época de bonanza económica.
saludos Anahi!