“Un hombre honrado, pobre y enfermo llamado Cirilo Ormeño, natural de Ica, buscó refugio en un rincón del cementerio general y allí se quitó la vida. Para explicar este acto el suicida dejó una carta a las autoridades, que fue encontrada junto al cadáver. En nuestras fotografías aparece el cadáver de éste en la forma en que fue encontrado, y en la de abajo, un grupo de personas leyendo la carta del suicida.”
Así anotaba el redactor policial de la revista Variedades una pequeña nota roja acerca de este suceso ocurrido durante la segunda semana de marzo de 1925. El escueto título de la noticia era precisamente el hecho: Un suicidio. Como vemos, hay formas más rápidas y directas para llegar muerto al cementerio: matarse ahí mismo.
1 comment:
El cementerio. Buen lugar para llorar sin que la gente te pregunte por quién lo haces.
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