lunes, julio 23, 2007

El poeta hippie que margaritas deshojaba

Los caminos que conducen a Montoro

No pues, esto ya es mucho. Apenas termino de colgar la noticia sobre la muerte de Fontanarrosa y me llega la mala nueva del fallecimiento de Jorge Montoro a los 82 años en el Rebagliatti.

“Cáncer al pulmón y otras dolencias”, explica un comunicado de EsSalud. Aquí la noticia en Andina, que parece redactada por un díscolo del lenguaje http://www.andina.com.pe/NoticiaDetalle.aspx?id=134244

Los restos de Montoro serán velados hoy viernes 20 en la iglesia San Francisco de Asís de Barranco y luego de ser cremados sus cenizas serán esparcidas en el Puente de los Suspiros.

Y aquí tengo una foto de Montoro -el hoy entrañable poeta hippie para quienes tenemos más de 30 años- que puedo decir es casi exclusiva y espero en verdad les guste.

Porque además de todo lo que encierra, diversos elementos que en ella aparecen tienen su historia. Intentaré ser breve en cada caso y si bien, al parecer todo sonará inconexo, finalmente comprenderán que fue tan sólo un parecer.

Jarma Lewis
Nacida en 1935 esta bella actriz estadounidense de Alabama, actuó en diversas películas durante los años 50 y 60. Muchas de ellas al lado de conocidos actores y actrices, y en otras ocasiones junto a olvidables luminarias de las B-Movies, o serie B.

Entre los primeros están Elizabeth Taylor, Montgomery Clift, Eva Marie Saint o Lee Marvin (El Árbol de la vida. 1956, de Edgard Dimitryck) o también Robert Mitchum, Marilyn Monroe y Rory Calhoun (River of no return. 1954, de Otto Preminger).
Y entre los segundos basta mencionar un título como El Monstruo Magnético (1953) de Curt Siodmak y Herbert L. Strock, en el cual un Frankenstein cósmico aterroriza la tierra.

Pero eso no es todo, actúo en otras joyitas de culto como Alfred Hitchcock Presenta, la serie en b/n, y en el Show de Abott y Costello. Fue publicitada por aquellos años como la nueva Barbara Stanwyck.

No encuentro en la red nada de ella a partir de 1960. Todo es vacío hasta su muerte en 1985.

Keith Larsen
Nacido en junio de 1924, en Utah, actuó en muchas películas y series durante las décadas de 1950 a 1970. Traduzco un fragmento hallado en una web: “De hecho, él era un tenista de talento cuando un cazador de talentos lo contrató para desempeñar un pequeño papel en la película Operación en el Pacifico (1951).

Si bien la carrera fílmica de Larsen era insignificante, tuvo mucho trabajo como actor de televisión en series como El cazador (1954), Águila valiente (1955), Pasaje del noroeste (1958) y Los Aquanautas (1960) todas de variable éxito”.

Títulos hubo en su vida como Women of the Prehistoric Planet (1966) de Arthur C. Pierce, y La noche de las brujas (1970) dirigido por él mismo, pues desde 1968 probó suerte como productor / director / guionista, iniciándose con el drama de guerra Misión Batangas.

Fue esposo de la actriz Vera Miles. Su muerte acaeció en diciembre de 2006.

Tom McGowan (remember Eric Fleming)
Si se quiere hablar del director y productor Tom McGowan –cuyos datos son casi inhallables en la red– inevitable será hacerlo de Eric Fleming, el actor estadounidense que murió ahogado el 28 de setiembre de 1966 en las aguas del río Huallaga, y cuyo cuerpo, afirman, se encuentra en la fosa común del Cementerio Presbítero Maestro. También se dice que su testamento exigía qué, de morir, su cuerpo sea donado a la Facultad de Medicina de San Fernando.
Tuvo una niñez llena de golpes por parte de su padre, y una adolescencia dolorosa luego de que en la marina mercante, un bloque de acero de 200 kilos le cayera en la cara. Sobrevivió a este accidente con el estigma de la fealdad en la mente y en su carrera. Estrella de la b-movie, se recuerda en http://www.caretas.com.pe/2002/1742/articulos/fleming.phtml que la película La Reina del Espacio Exterior (1957) en la que actuó al lado de Zsa Zsa Gabor es considerada la peor de todos los tiempos luego de la cinta de Ed Wood, Plan 9 del Espacio Exterior.

También actuó en Forbidden Planet (1956), World Without End (1956), y en Flight to Mars (1951).
En 1966, siendo estrella de televisión y a punto de retirarse, conoce al director Tom McGowan, quien le convence de filmar una película en el Perú llamada Selva Alta.
Mc Gowan ya era ducho en estos viajes, pues en 1959 había dirigido en nuestra selva Manhunt in the Jungla, película que narraba la búsqueda de Elmer Fauccet perdido en la espesura peruana buscando El Dorado.

Pero es 1966, la filmación de Selva Alta, tortuosa y llena de pequeños accidentes, había avanzado hasta la mitad cuando las turbulentas aguas del Huallaga volcaron la barca en la que actuaba Fleming junto al griego Nico Minardos quien logró salvarse.

El cadáver del actor fue hallado tres días después, en la misma fecha que tenía planeado casarse con la actriz Lynne Garber, testigo del hecho y quien dispuso la donación del cuerpo a San Fernando. La fosa común del Presbítero Maestro, fue, se dice, su último destino.
Las lianas se entretejen
Jarma Lewis llegó al Perú en 1957, precisamente a Iquitos directa desde Hollywood para filmar veintinueve cortos de título Aventura en el Amazonas, por encargo de la Warner Bros bajo la dirección de Tom McGowan. La serie debió ser cancelada debido a los altos gastos de transporte. Keith Larsen fue su sufrido compañero en tal fracaso de aventura.

¿Y Jorge Montoro tiene que ver con todo esto?, pues nuestro poeta hippie agua pa ti agua pa mi participó en todos estos proyectos cinematográficos: es decir, en el fallido de 1957, junto a Luís Álvarez, en la historia de Faucett en 1959, y en la trágica aventura de 1966. Ese mismo año se produce en el mismo Iquitos la película En la selva no hay estrellas, de Armando Robles Godoy donde también actuó Montoro.
Y he aquí la foto donde aparecen Lewis, Larsen, Álvarez y Montoro publicada el 1 de octubre de 1966 en el diario Última Hora. Llama la atención la pequeña niña selvática con sus esvásticas en el vestido. Montoro también actuó en The Last Movie (1971) dirigido por Dennis Hooper en el Cusco y claro, en muchas cintas más.
Como se ve, todos los caminos de esta historia conducen al poeta hippie que ya no está, al vate harapiento que deshojaba margaritas mientras decía que había agua para ti y también para mi, "ayayayyy”. Así están las cosas.

jueves, julio 19, 2007

La muerte de Fontanarrosa

Boggie se quedó sin papi
Che, que vaina, Roberto Fontanarrosa se murió. Cada vez que relea mis cinco o seis libros de Boogie el aceitoso, su lectura no será la misma. Y se murió a los 62 años, inconcebible, y si era un pibe..., el negro le decían en la Argentina y puso en boca de Boggie una de las frases que me ha servido de compañía durante los dolores físicos: todo lo humano me es ajeno.

Y es que para Boggie la humanidad, aquella que él implacablemente depreda en cada viñeta, es el mejor tema a la hora de filosofar.

Les dejo el vínculo a su página donde hallarán una selección de sus diversos libros y personajes: http://www.negrofontanarrosa.com/main.htm y aquí la noticia cagona: http://www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=15724
A continuación una escenilla de las que hablo, pero esta vez, de temible actualidad y camaradería. Qué lío.

viernes, julio 13, 2007

EN EL CENTENARIO DE “LE PEROU CONTEMPORAIN”

Copio y pego una nota interesante:

Este año se cumplen cien años de la aparición en Francia del libro Le Pérou contemporain (“El Perú contemporáneo”) de Francisco García Calderón, y para conmemorar tal acontecimiento la Alianza Francesa acogerá este martes 17 de julio una conferencia del estudioso peruano Gabriel Icochea Rodríguez, en la sala Lumière de la Av. Arequipa 4595, Miraflores.
El acto comenzará a las 7.30 pm y contará con la participación de Rafael Ojeda, también especialista en la obra de García Calderón. La entrada es libre.

Como se sabe, Francisco García Calderón −como su hermano Ventura− vivió en París y escribió gran parte de su obra en francés. Pertenece a la llamada Generación arielista, o del Novecientos, a la cual también se asocia a figuras como José de la Riva Agüero, Víctor Andrés Belaunde y José Gálvez. Es autor igualmente de los libros Las democracias latinas de América y La creación de un continente.

Gabriel Icochea Rodríguez, nacido en Lima en 1967, es licenciado en filosofía y magíster en sociología. Desde hace muchos años es un destacado articulista de medios como La República, El Peruano y El Comercio. Es autor del libro de cuentos Todos los tonos de tu voz, y tiene aún inédito un trabajo sobre la filosofía práctica en Aristóteles.

Rafael Ojeda, nacido en 1970 en Lima, es también escritor y periodista, y publica regularmente en diarios y revistas especializadas del Perú y del extranjero.

Están todos cordialmente invitados.

(Arriba: Francisco García Calderón / Derecha: Postal dirigida por Francisco García Calderón Rey a José de la Riva - Agüero. Heidelberg (Alemania) 1 de setiembre de 1909 - (http://www.pucp.edu.pe/ira/?epistolario_1.htm)

viernes, julio 06, 2007

El peregrino: por la noche el viajero se apresura

"Thro'evening shades I haste away to close the Labours of mi day"



Me gustaba ir por los campos
llevando conmigo el orgullo del verano
hasta que lo vi, al señor del amor,
que se deslizaba sobre los rayos de sol.

Puso lirios en mis cabellos, y rosas rojas en mis cejas.
En su jardín dorado había
todo lo que alegra la vista.

El rocío de mayo me mojó las alas,
Mío es Febo, canto de fuego.
En sus redes de seda me atrapó,
en su jaula dorada me encerró.
William Blake


miércoles, julio 04, 2007

Del puñal al pincel y un viaje que recién empieza



Esta oscura silueta llamada Luis pasó por Lima proveniente de la región centro oriental del país con la intención de dar un rápido giro que lo dirija al sur. . .

viernes, enero 19, 2007

Solveig Dommartin (1958-2007)


Un triste día para trapecistas y ángeles

Vuelvo a postear en este blog despues de tiempo. El motivo una pequeña noticia aparecida este viernes en la mañana. En esta mañana de enero de 2007. Copio lo aparecido:

La actriz francesa Solveig Dommartin, una habitual de las películas de Win Wenders, ha fallecido en París víctima de una crisis cardíaca, según han confirmado hoy fuentes de su familia. Dommartin tenía 48 años y su deceso tuvo lugar el pasado día 11 pero sólo hoy ha sido conocido públicamente.
La actriz fue compañera sentimental del realizador alemán Wim Wenders, a cuyas órdenes trabajó en varias películas, entre ellas "Der himmel über Berlin" (El cielo sobre Berlín), de 1987, In weiter Ferne, so nah! (Tan lejos tan cerca) de (1993) y Bis ans Ende der Welt (Hasta el fin del mundo). También interpretó en películas dirigidas por cineastas franceses, como Claire Denis, Jean-Pierre Thorn y Jacques Rozier y en series de televisión. Dommartin tuvo un breve paso detrás de las cámaras, ya que fue la realizadora del cortometraje "Il suffirait d'un pont" (1998).
Fuente: EFE

Cómo no recordar a Marión, interpretada por Solveig, en ese sensacional monólogo final (escrito por el excelente escritor Peter Handke) frente a Damiel en el Cielo sobre Berlín, donde daba vida a la trapecista de la cual, Damiel, el ángel, se enamora.

"Algún día tiene que ir en serio. He estado muy sola, pero nunca he vivido sola. Cuando
estaba con alguien solía estar contenta, pero al mismo tiempo todo me parecía casual. Estas
personas eran mis padres pero podrían haber sido otros. ¿Por qué mi hermano era el de los
ojos marrones y no el de los ojos verdes, del andén de enfrente. La hija del taxista era mi
amiga, pero igual podría haber rodeado con mi brazo el cuello de un caballo. Estaba con un
hombre, estaba enamorada y lo mismo podría haberlo dejado plantado y haber seguido al
extraño que nos cruzamos en la calle.
Mírame o no me mires. Dame la mano o no me la des. No, no me des la mano y aparta tu mirada
de mí.
Creo que esta noche hay luna nueva: ninguna noche más serena, ninguna sangre correrá en toda la ciudad. Nunca he jugado con alguien y sin embargo nunca he abierto los ojos y he pensado:
ahora va en serio. Ahora al fin irá en serio. Así han ido pasando mis años¿Sólo yo era tan
poco seria? ¿Eran tan poco serios los tiempos? Nunca fui solitaria, ni cuando estaba sola ni
con otros. Pero me habría gustado al fin ser solitaria. Soledad quiere decir: al fin estoy
entera. Ahora puedo decirlo porque al fin esta noche soy solitaria.
Hay que acabar con el azar. Luna nueva de la decisión. No sé si hay un destino, pero hay una
decisión: decídete. Ahora nosotros somos el tiempo. No sólo la ciudad entera, el mundo
entero toma parte ahora mismo en nuestra decisión. Ahora los dos somos más que sólo dos.
Nosotros encarnamos algo. Estamos sentados en la plaza del pueblo y toda la plaza está llena
de gente que anhela lo mismo que nosotros. Nosotros decidimos el juego por todos. Estoy
lista, ahora es tu turno. Tienes el juego en tus manos. Ahora o nunca. Me necesitas y me
necesitarás. No hay historia mayor que la nuestra, la del hombre y la mujer. Será una
historia de gigantes, invisibles, transmisibles, una historia de nuevos ancestros. Mira mis
ojos, son la imagen de la necesidad, del futuro de todos en la plaza.Anoche soñé con un desconocido, con mi hombre. Sólo con él podía ser solitaria. Abrirme a
él, toda abierta, toda para él, acogiéndolo entero como un todo dentro de mí, rodeándole con
el laberinto de la dicha común. Lo sé eres tú."

Éste si es un día triste.

martes, noviembre 21, 2006

20 años sin Humareda o De cómo el portero del Hotel Lima se hizo pintor


(Hotel Lima en la Av. 28 de julio, La Parada )
Hoy martes 21 de noviembre se cumplen exactos 20 años de la muerte del pintor Víctor Humareda. El diario El Peruano ha lanzado con esta ocasión un suplemento especial del suplemento Variedades. Consigno a continuación tres articulos por mí allí publicados. Un modesto homenaje a un punto clave en la historia del arte peruano.
La sombra del maestro
Una amistad de veinte años sólo rota por la muerte del maestro. Mario Sierra, quien fuera portero del Hotel Lima de La Parada donde Víctor Humareda vivió hasta sus últimos días, recuerda el tiempo en compañía del artista, narrando el cómo se hizo discípulo suyo.
Por: Daniel Contreras M.



“Gracias a él ahora soy pintor en la especialidad de arlequines y paisajes al estilo Humareda”, explica Mario Sierra calificando su arte como el mejor homenaje al amigo, a esa persona que aparte de su padre podía darse el lujo de llamar “papá”.

Corría diciembre de 1966 y en el Hotel Lima la gente lo llenaba de preguntas pues recién había llegado de París. ¿Por qué te has regresado tan pronto? ¿Conociste a Pablo Picasso?. Y el decía: Tacora es mejor que París. Yo deseaba hacerle las mismas preguntas pues siempre me llamó la atención verlo pintar en la azotea. Un día en el cuarto 283 estaba sentado solo, me acerqué y le saludé”.

Sierra recuerda que Humareda creyó que era de Puno. Soy de Andahuaylas, respondió el joven portero. “¿Y conoces a José María Arguedas?, porque yo si lo conozco, me dijo. A partir de ese día algo nos unió. Yo lo buscaba o él a mí. Casi a diario nos veíamos pues me nombró ayudante en su taller”.

Ese mismo cuarto del hotel que ahora es galería de ropas, ronda perennemente la mente de Mario Sierra. “Mi gran sueño es hacer de esa habitación un pequeño museo-memoria con puerta de vidrio, fotos y cuadros suyos, así cómo el caballete que aún guarda el señor Eduardo Moll. Espero que alguna entidad interesada me apoye en este proyecto”. Luego nos cuenta que los escenarios de sus aventuras fueron casi siempre los mismos: la Quinta Heeren, los Barrios Altos, el bar Palermo –no necesariamente tomando una cerveza–, el burdel La Nené y el mítico Cinco y Medio.

(Mario Sierra)
Pero nació pintor
Natural de Uranmarca, Sierra como muchos inmigrantes tuvo que sobrevivir de muchas formas. Fue ayudante en una marmolería, cocinero en una mina, mayordomo, bailarín folclórico, boxeador y fabricante de escobas. Inclusive, conocido como el Trovero de los Andes, deleitó en peñas y ferias vernáculas. De allí nació su faceta de productor de discos.

Pero la labor que cambiaría su vida sería la de portero en el Hotel Lima, en el sucio corazón de La Parada.

Como era un hotel salían decenas de parejas con esas manchas rojas en los cuellos que llaman “chupetones”. Humareda me dijo un día “mira, fíjate en eso, con el tiempo se vuelve cáncer. Cuídate. No te vayan a morder las chicas, y se reía a carcajadas”, sostiene.

Sierra cuenta que el administrador del Hotel Lima a quien llamaban “El cajero apolillado” era el único que traba mal a Humareda. Siempre quería que pague por adelantado su habitación y su diario deseo era sacarlo. “La única vez que hizo algo bueno es cuando evitó que supuestos familiares del maestro arrasen al día siguiente de su muerte con el cuarto. Les exigió una orden judicial que en ese momento no tenían pero que luego consiguieron. Buscando sus libretas de ahorros botaron casi todo a la basura, su ropa, sus corbatas, bocetos y las libretas de apuntes llenas de citas y sentimientos”.

Escarbando entre los deshechos Sierra pudo rescatar algo de todo ello, restos que aún atesora con especial cariño. Pero la herencia maravillosa del oficio artístico la lleva más adentro.

Le dije que me recomiende con sus amigos de Bellas Artes. Pero me respondió: no seas tonto. Para qué quieres ir la escuela, allí no tendrás libertad. Mejor observa, en la práctica está la cosa. Busca la libertad, mi amigo”.

Un recuerdo más qué importaEra un día martes a finales de noviembre de 1986. Son las cinco de la tarde y el maestro aparece y ya no habla. Escribe en un papel diciéndome: ayúdame a terminar con el cuadro de la Quinta Heeren que debo entregar al Banco Central de Reserva, los faroles están muy claros, los quiero más oscuros”, cuenta Sierra esta historia que debe haber narrado de manera infinita.
Arriba, tras jugar con el violeta y conseguida la aprobación del discípulo, Humareda firmó el lienzo y lo remató con dos palmadas en su hombro. “Al día siguiente era mi jornada libre, cuando regreso el jueves me dicen “se han llevado a tu papá al hospital”. A la hora del almuerzo cogí un taxi pero ya no pude verlo debido a un problema con los pases. El jueves ya estaba muerto”.

¿Qué porque pudo darle aquel tumor en el cuello si ni siquiera fumaba ni tomaba?. Sierra tiene una explicación muy personal y extraña.

Yo creo que es consecuencia de que siempre se frotaba con un paño la zona donde le ubicaron el tumor. Fuerte se sobaba hasta que le quedaba bien rojo. Yo le decía maestro, no se sobe tan duro que se va a hacer daño. Es que mi camisa se ensucia a cada rato, me decía”.

Humareda reposa en el cuartel Desiderio, nicho 47-D del cementerio Presbítero Maestro, hasta donde Sierra va algunas veces a visitarlo. El nuevo pintor de arlequines vive en Santa Anita, cerca de la maderera Humareda, propiedad de los primos del pintor. Han pasado veinte años, pero sigue soñando con el maestro, en lienzos que termina y deja para la sola visión de su discípulo.

(Suplemento Variedades, Diario El Peruano, martes 21 de noviembre de 2006)

Sigue el homenaje a Víctor Humareda



Carlos Enrique Polanco rememora sus visitas a Humareda
El culto al garabato
“El amor a la pintura me lo inyectó Víctor Humareda”, señala firmemente el pintor Carlos Enrique Polanco quien al igual que el artista del Hotel Lima, bebió de las fuentes del expresionismo. Pero al mismo tiempo una amistad sincera es el vaso conector que une la vida de Polanco con la de Humareda. Y que convierte ambas producciones en indesligables.
Por: Daniel Contreras M.

El plano humano es el que Polanco desea resaltar en esta ocasión. Por eso desde su taller ubicado en un breve jirón de Barranco, busca en la memoria a quien conoció en 1975, apenas ingresado a la Escuela de Bellas Artes.

Lo que más recuerdo es cuando tomábamos manzanilla en el Hotel Lima. Y lo hacíamos en el restaurante de abajo porque paraba enamorado de la hija de la dueña, que era una huancaína bien guapa”, rememora.

Según Polanco, algo debió de haber visto Humareda en el arte de aquel muchacho que recién se iniciaba. Que se acercó un día a conocerlo y posteriormente llegaba en religiosas visitas de dos veces por semana hasta el hotel de La Parada.

Y se hizo mi amigo desde ese día en la ENBA”, agrega, “conversábamos, me daba consejos y hasta se compadecía, pues él pagaba la manzanilla. En los 80 los estudiantes de pintura llevábamos una vida que rayaba con lo miserable, y ahora que veo hacia atrás me doy cuenta que el invitarme esa manzanilla era para él un sacrificio, no por tacaño, sino porque no tenía. Vivía al día, económicamente hablando”.

Su gran tragedia era la cobranza –en muchísimas partes– por la venta de las pinturas, recuerda Polanco. “La gente se aprovechaba mucho. No comprendían que vivía de eso, por eso, que te regalara un cuadro era casi imposible”.

Recuerda asimismo cómo el administrador del hotel (“una rata”) detestaba a Humareda obligándolo después de 30 años de haber vivido ahí a pagarle diario por su cuarto. Todo eso y más es el artista que su memoria se resiste a olvidar, transcurridos dos década de su muerte. “Mi deuda con él es más humana que pictórica”.

Revalorizado
“Creo que todos los pintores expresionistas nos comunicamos en algún momento cuando miramos hacia los maestros como Van Gogh, Tolousse Lautrec, Gauguin”, Polanco niega así que haya sido discípulo de Humareda. “Él no tuvo discípulos. Se aprendía viéndolo pintar. Las enseñanzas que me dio fueron más que nada orales, mediante las cuales despertó en mí ese inmenso amor por la pintura que consideraba un real magisterio”.

Descubrió así en Polanco el “culto al garabato”, aquella frase que Humareda le repetía cada vez que hablaba de su oficio.

Cuando pienso en él, veo su nombre con letras mayúsculas en la plástica peruana. Es increíble que no exista en algún museo nacional una sala dedicada a su pintura”.

Hoy la obra de Humareda, según Polanco, goza de una revalorización. “Sus cuadros los vendía a 300 dólares. En la última subasta del Museo de Arte una obra suya alcanzó los 8 mil dólares. Es evidente que lo vemos con mejores ojos”.

Ha marcado su destino
Pero al mismo tiempo algo sucede con el legado del pintor. Y es la execrable profusión de falsificaciones surgidas en el ambiente. “Es el más copiado. Y lo peor, que son copias burdas. Ahora cualquier mamarracho es un Humareda y eso es algo que da cólera. Él reunía una gran pasión por el arte con un extraordinario dominio de la técnica”.

Marcó su destino y así fue feliz, sentencia Polanco. Amaba vivir como vivió porque pensaba que de esa manera lo hicieron sus maestros en la historia del arte. “Estaba convencido de que el arte era el pasado y que el presente era una m… que no valía la pena”.

Y si bien en vida no tuvo muchos éxitos “comerciales”, logró ganarse la posteridad. Se convirtió en un pintor que no va a desaparecer de la conciencia colectiva. Humareda es para siempre”. Pues totalmente de acuerdo.

(Suplemento Variedades, diario El Peruano, martes 21 de noviembre de 2006)

Termina el homenaje a Víctor Humareda

(Óleo de Luis Jose Estremadoyro)
Luis Lama:
“A veces es preferible el mito que el olvido”
En octubre de 1986 el curador y crítico de arte Luis Lama organizó en la galería del centro cultural de la Municipalidad de Miraflores lo que fue la última exposición en vida de Víctor Humareda. Hoy, 20 años después de su muerte, reflexiona sobre el artista a través de una breve conversación.


“Si tuviera que definir a Humareda, diría que fue como un niño. No creía en los éxitos ni en los halagos. Su renuncia a muchas cosas es muy respetable así como su capacidad de vivir una realidad que él mismo creó y sobre todo, se creyó y con la cual su obra se halla comprometida.

Él hubiera podido elegir otro tipo de mundo y ganar mucho dinero, pero aún así fue fiel a sí mismo y eso merece, como digo, mucho respeto. Si fuera psicoanalista diría que sus orígenes lo marcaron mucho, y que el hecho de venir del interior del país, estudiar en Bellas Artes, enamorarse de una persona muerta como Marilyn Monroe, de ganar un premio para irse a París y regresar antes de un mes sólo para irse a vivir a un hotel de La Parada, indica mucho de su personalidad. Él creaba su propio mundo y se refugiaba en ese cuartito cuya mitad la ocupaba la cama y en la otra mitad pintaba. Su ambición era vivir la vida y el arte fue su mejor refugio.

Fue en definitiva un artista clave dentro de la plástica peruana. Por lo menos debió morir en un estado de mayor comodidad. Pero es que Humareda se dejó explotar debido a que no le interesaba la parte económica, le interesaba vivir su propia vida y la vivió de manera muy intensa. Es ese tipo de personas que cuando mueren no te da pena pues uno se dice: ese hombre vivió a plenitud, fue un hombre feliz.

Ya desde un punto de vista artístico, Humareda, ubicado en el contexto de los setenta y ochenta poseía una pintura notable pero también con altibajos. No fue un pintor analítico donde todo lo que hacia le salía bien, eso no existe. Hay una obra de Humareda que es mejor no exhibirla y hay otra que es notable para cualquier museo de cualquier parte del mundo. Y lo notable de Humareda es esplendido, sobresaliente.

Como todo artista tenía sus puntos débiles. No fue un pintor con una obra pareja y es mejor que no lo haya sido. El artista de altibajos llega a producir en sus momentos más altos obras maestras que resultan inolvidables y es el caso de Humareda.

De todos sus seguidores, considero que el más notable es Carlos Enrique Polanco. Incluso creo que es un artista de nivel que logró superar al maestro, lo cual es lo deseable y lo necesario para que las nuevas generaciones superen a las anteriores. Y decir que Polanco es superior no es nada contra Humareda, al contrario, pues que el discípulo de uno sea superior a uno mismo, es la mejor forma de dejar huella.”

A veces es preferible el mito que el olvido. Pero es necesario que las nuevas generaciones conozcan la obra de Humareda. Básicamente es un asunto de educación. Debemos evitar esa perdida sintomática de la memoria que nos aqueja para con nuestros artistas, algo que resulta desconsolador”.
(Entrevista: Sophia Durand / Transcripción: D.C.M.)
(Suplemento Variedades, diario El Peruano, 21 de noviembre de 2006)

jueves, octubre 26, 2006

Caricaturas a inicios del siglo XX

Pedro Challe o el "Tex Avery peruano"

La caricatura política en el Perú goza de nuevas revisiones históricas. Recuerdo no hace mucho una muestra en el Colegio Real, propiedad de la Universidad de San Marcos, centrada en ejemplos provenientes de los años 20 del siglo XIX hasta la década del treinta pero del S. XX. Igualmente, no hace mucho la Biblioteca Nacional publicó un estudio acerca del periodo clásico de nuestra caricatura (1900-1930). En estos años, la prensa peruana vio surgir a verdaderos genios del dibujo humorístico social, especialmente del político.

La existencia en aquel entonces de diversas revistas y diarios favoreció su desarrollo y trabajo: Actualidades, Mundial, Don Lunes, Fray Kbezón, Fray, El Mosquito, Monos y Monadas, Gil Blas, El Fígaro, El Hombre de la Calle, ¿Está usted bien?, Variedades, y periódicos como El Comercio, La Prensa y La Crónica. Todas, tribunas de crítica política para grandes humoristas gráficos como Pedro Challe, Holguín Lavalle, Marcoz o Julio Málaga Grenet. Incluso Abraham Valdelomar participó en sus inicios como caricaturista.

De Pedro Challe, uno de nuestros primeros historietistas –de quien se dice descubrió su vocación tras dilapidar una herencia viajando por todo el mundo– una pequeña revisión de sus monos abecedáricos en el tan personal Diccionario de la Lengua Castellana, y las nerviosas agresividades (propias de un posterior Tex Avery, claro que, salvando distancias entre la animación y el dibujo) que nos podían acontecer caminando alegremente por las calles de Lima allá en los años 20.





















(Haga click sobre las fotos para agrandar)

martes, octubre 24, 2006

En P. Salaverry suceden cosas extrañas

Pescador de hombres

No pude evitar el colgar esta noticia.

Haga click sobre la foto para ampliar
(Tomado del periódico Vespertino Satélite, Trujillo, 2006)

domingo, octubre 22, 2006

La sociedad de los pintores muertos

Las grandes (y desechadas) utopías artísticas
Ya nadie recuerda a la antigua Sociedad de Bellas Artes. Se ubicó en la calle Mercaderes Nº 426 (Telef: 2680) en lo que es hoy la cuarta cuadra del Jirón de la Unión, es decir la anexa a la Plaza de Armas, cerca a la antigua sastrería Atenas de propiedad del padre del pintor Aquiles Ralli. En esa calle donde estuvo el antiguo Hotel Cardinal y es hoy la Hostal Rucus. Allí donde Eugene Courret instaló su mítico estudio fotográfico y los bisabuelos de los de más de sesenta tenían el Café Anglais. Fundada el 2 de junio de 1916, fue, en palabras de sus miembros “una asociación nacional compuesta de artistas y personas que propenden el fomento y desarrollo, educativo y técnico, de la pintura, escultura, arquitectura artística, dibujo natural y lineal, en cualquiera de sus formas, así como de otros ramos importantes de las bellas artes”.
Pero ojo, no la vayamos a confundir con la antigua Sociedad de Bellas Artes que en diciembre de 1872 estableciera Manuel Pardo en el otrora Palacio de la Exposición. Nuestra Sociedad de Bellas Artes tuvo durante algún tiempo importante papel en la actividad artística de la primera mitad del siglo XX en Lima, sobre todo a través de sus Salones. En ellos se dieron las primeras exposiciones de artistas como Vinatea Reinoso (1921) y donde Sérvulo expone por primera vez una obra suya (1941). Asimismo, la Sociedad otorgó importantes premios, como los entregados en 1951 y 1953 a Carlos Quizpes Asin.
Epilogo. Desaparecida en el tiempo, al igual que los fundamentos y fines que perseguía: la unión y solidaridad de los artistas nacionales; su amplia protección personal en caso de enfermedad o muerte y fomentar el estímulo general del arte tratando de formar arte netamente nacional. Eran otros tiempos, pues.
Ahora la noticia: el 15 de diciembre de 1925 en el Palacio Nacional de Industrias se inauguró el II Salón de Verano, en conmemoración del centenario de la Batalla de Ayacucho. Al acto asistieron entre otras personalidades el presidente de la República, Augusto B. Leguía. Esa noche expuso, entre otros, Leonor Vinatea Cantuarias, pintora amiga de la recientemente fallecida poeta Alicia Bustamante y miembro del grupo de los indigenistas. Aquí su cuadro y otras vistas.



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viernes, octubre 20, 2006

Letreros callejeros del siglo XIX

Desde la Guía del viajero en Lima

La Guía del Viajero en Lima que alrededor de 1860 editaba Manuel Atanasio Fuentes (alías El murciélago), es una de las fuentes –valga la redundancia– imprescindibles para conocer los diversos aconteceres sociales de la capital durante la República. Es en una de estas guías, como la de 1866 por ejemplo, que se tiene la primera mención escrita sobre el cebiche. Si bien, en esas líneas Don Manuel arremete contra el plato, luego se torna inspirado: “Las comidas eminentemente nacionales son los picantes que con tanto placer saborea la plebe [...] pero el picante más picante, el que más lágrimas arranca (después de los celos) es el seviche”.

Más adelante realiza un comentario de antología: “Es preciso confesar que un placer que se goza rabiando, es un maldito placer”. He leído por ahí, además, que MAF estableció uno de los primeros estudios fotográficos en el Perú. Estudios que no llegaban a más de diez en la década del sesenta del siglo XIX.

Extraídas de las páginas 287 a 291 de la Guía del viajero en Lima, parte sexta, capitulo IX, una serie de letreros (o tablillas) que se podían ver por las calles de la capital y que MAF llama “barbaridades escritas”. Una advertencia para los turistas de aquel entonces.























(Leyendas. Fig. 1 y 2: Una zapateria de la calle Lescano / Fig. 3: En la calle de Presa, Nº 31 / Fig. 4: En la puerta de una picantería de la calle la Huaquilla / Fig. 5: En la calle de la Pileta de Santa Clara, Nº 190 / Fig. 6: En la calle de Malambo, tienda sin número / Fig. 7: En la calle de San Francisco, Nº 174 / Fig. 8: En la calle de Maravillas / Fig. 9: En la calle de la Picantería / Fig. 10: En la calle del Milagro, tienda sin número / Fig. 11: En la calle de la Universidad, tienda Nº 48. )

jueves, octubre 19, 2006

Un trago peruano perdido

Carambola: entónate como en los años 40
Antes que llamemos Cuba Libre al ron con Coca Cola, en nuestro país se tomaba el Carambola. La empresa Pomalca, de finas pipas de viejo roble añejado en las mejores cepas, fue su principal impulsadora. Luego surgieron otras opciones, como el roncola, la mezcla de pisco con coca cola (que es el piscola), e incluso la wiskola (whisky con CC). ¡Salud torero!



domingo, octubre 15, 2006

Sobre Alberto Hidalgo


Más allá del libelo
Alberto Hidalgo fue quizás el escritor con mayor cantidad de títulos publicados durante su carrera, más que todo porque era esencialmente poeta, aunque se desenvolvió con tenacidad en la narrativa, el panfleto y en obras teatrales.
Por: Daniel Contreras M.

Con la publicación de su único libro de cuentos Los sapos y otras personas en 1927, abrió un debate mayor al que despertaban sus críticas furibundas a literatos y políticos de la época, al señalar que en el cuento se tenía que ir de la realidad a la fantasía. "Ahora la invención es la razón de ser de la realidad. Como si corrigiéramos la vida. Como si la discrimináramos. Como si la viéramos cuando será, ahora que todavía no es", sentenciaba.

Hidalgo nació en Arequipa en 1897, pero radicó la mayor parte de su juventud en Buenos Aires. Desde su adolescencia intervino en las inquietudes sociales de la época, participando en los grupos Aquelarre de Arequipa y Colónida de Lima, si bien de manera fugaz.

De carácter ególatra, Hidalgo sacó a la luz siete poemarios, teniendo salida el primero de ellos en 1916, Arenga lírica al Emperador de Alemania, cuando tenía sólo 19 años. Luego vendrían Química del espíritu (1923), Simplismo (1925) y Descripción del cielo (1928), para citar algunos. Su estilo recio y soberbio –frente al intelectualismo de la región– lo llevó a postular en 1953 al Premio Nóbel de Literatura, hasta el año de su muerte en 1957.

Sus textos virulentos de Hombres y bestias, de 1918, lo marcaron para siempre en el entorno limeño literario, que valoró su obra de acuerdo a subjetividades temperamentales.

Rescate bibliográfico
La cuentística de Hidalgo no ha sido debidamente estudiada en su tiempo, debido al silencio de la crítica literaria oficial, a quienes el escritor arequipeño adjetivaba. Notorio actor de nuevas corrientes literarias, en Lima y en Buenos Aires, Hidalgo es un autor cuya obra no pueda quedar postergada, y ante ello es el origen de la publicación.

Cuentos (Talleres tipográficos, Lima, 2005, 142 pp.) recoge en realidad la totalidad de los relatos de Los Sapos y otras personas, parte de su obra en prosa, ya que Hidalgo también escribió la novela Aquí está el Anticristo en 1957. El libro contiene además una pequeña sección de breves reseñas críticas, realizadas por personalidades como Carlos Oquendo de Amat y José Carlos Mariátegui, sobre la obra del arequipeño cosmopolita.

El hombre cubista, uno de los cuentos más conocidos de Hidalgo por su flujo de erotismo e irracionalidad, que narra el romance entre 65 y 37, una pareja que procrea al niño cubista con el aporte estético de Apollinaire y Picasso que es inyectado en brazos y piernas, también es parte de esta recuperación.

Cabe mencionar el esfuerzo editorial que supone esta publicación. En palabras de los editores, “rescatar a Alberto Hidalgo –uno de los escritores más importantes que ha dado el Perú- es corregir la incuria de la historia de la literatura peruana, que lo tiene relegado a un segundo plano, cuando no al más completo olvido”.

Acompañan además al volumen notas, comentarios y material fotográfico, todo lo cual, podrá servir de estímulo para futuros estudios de largo aliento.
(Sección cultural diario El Peruano. 12 de junio de 2005)