Imágenes positivadas de antiguos negativos familiares en blanco y negro, sometidas a la degradación inherente al paso del tiempo. El proceso químico de la positivación ha logrado preservar, en términos técnicos, la estructura básica de los fotogramas, pero la exposición a la luz, la temperatura y la humedad han afectado la definición de los detalles. Los tonos grises y las sombras, al principio nítidos, han perdido gradación y profundidad, mostrando un contraste cada vez más difuso. La emulsión fotográfica, aunque aún sujeta a la memoria del momento, muestra signos de oxidación y desgaste, diluyendo la claridad de lo que una vez fue una imagen precisa: yo
