Thursday, August 10, 2006

Los mates pirograbados del Valle del Mantaro

Memorias del fuego y del buril
Una profunda investigación cultural explora el largo camino del mate burilado desde la Colonia hasta nuestros días. El resultado: una impresionante exposición de más de 200 piezas donde el fruto grabado de la calabaza se impone por sobre el tiempo y la tradición.
Por: Daniel Contreras M.
“Del arte del mate y su forma natural, deriva la cerámica”, afirmaba José Sabogal en el ensayo Mates Burilados. Arte Vernacular Peruano (1945). Opinión enriquecida un año más tarde con el trascendental hallazgo de más de una docena de pequeñas calabazas, decoradas y sin decorar en Huaca Prieta (Trujillo) y fechadas al 3000 A.C.
En otro punto del país y del tiempo pero con la mirada apuntando al mismo norte, Kelly Carpio, curadora junto a María Eugenia Yllia de la exposición El fruto decorado. Mates burilados del Valle del Mantaro (Siglos XVIII - XX), agrega: “desde entonces los mates son considerados precerámicos”.
Ambas historiadoras han preparado en la galería del ICPNA de Miraflores un original recorrido en el tiempo y en el espacio de la trayectoria decorativa, funcional y productiva de ésta tradición. Para ello se han basado en el mencionado texto de Sabogal “donde se definen dos grandes áreas culturales de producción: la del Bajo Mantaro, en Ayacucho y Huancavelica, y la del Alto Mantaro, en Junín, lugares de origen de la mayoría de piezas en exhibición”.
Pródigamente desplegada la muestra distribuye por la gran sala más de doscientos mates –y otros objetos derivados del fruto disecado– que ilustran su condición de testimonio y arte, como los famosos “azucareros”. Brillo y muchos asombros estéticos se desprenden de su visión, téngalo por seguro.
En todo caso emanan un deseo muy humano, aquel que la piel de la calabaza comparte desde antiguo con muros y piedras, lienzos y libros, ceramios y arquitecturas, que es, inmortalizar los rastros de nuestra historia, tanto personal como colectiva.
La piel dura
“Se cree que el arte tradicional peruano es un aspecto diferente de arte. Que se encuentra a un costado, lejano, donde no se sabe quienes son sus autores, ni cómo lo hacen, ni cómo se produce y menos qué es lo que representa”.
Pero poco a poco esto se revierte, y con el interés de diversos organismos e instituciones –y de una nueva hornada de historiadores e investigadores– extendemos una nueva mirada hacia esos terrenos de múltiples roces culturales.
El fruto decorado es un ejemplo, forma parte de un convenio suscrito entre la Universidad Ricardo Palma y el Instituto Cultural Peruano Norteamericano para realizar una muestra anual dedicada al arte popular. Ésta es la tercera que se hace.
Mate, calabaza, matecito, alcayota, alcancía, abinco, shururo, lapa, pongo, potito, poto y sembrador. Por todo el país y de acuerdo a sus formas y tamaños es también llamada la Lagenaria vulgaris: checo, cuajero, embudo, limeta, porongo o poronguito.
Dedicada a utensilio de usos diversos es, sin embargo, con la llegada del europeo buril que el artesano obtiene mayores posibilidades plásticas en su decoración. “Esta conjunción da lugar a una de nuestras expresiones más desarrolladas y auténticas. Y que continúa hasta la fecha”, dice Carpio.
Dejando huella
Actualmente su producción se concentra en el pueblo de Cochas, en Huancayo, donde de objeto de decoración pasó a ser de exportación. Basta mencionar que en 2005 la remesa de sus mates burilados creció en 300 %, según el Área Empresarial del gobierno regional de Junín.
Pero según la investigadora ello encierra también sacrificios. El oficio se ha vuelto una industria por el pedido de mates desde el extranjero lo cual ha provocado una avalancha de adornos de navidad, carteras, llaveros o aretes, poniendo en peligro la auténtica tradición del burilado. Carpio considera que la práctica no desaparecerá “pero sí la laboriosidad que requiere un buen trabajo”.
Una labor necesaria que entre otras cosas evitaría lo que pasó en Ayacucho y Huancavelica, en donde el oficio de burilador desapareció a fines de la década de 1940 con la muerte del último maestro: Don Mariano Flores
Queda clara la existencia de un vigor que no debe ser apagado. La presente exposición nos lo ofrece como un arte que tiene mucho que ver nosotros. O es mejor decir, con lo que sentimos y llamamos muchas por el nombre de identidad.
(((Recuadro)))
El fruto decorado-Mates burilados del Valle del Mantaro
(Siglos XVIII - XX).
Galería Germán Krüger E. (Av. Angamos Oeste 160, Miraflores).
Hasta el 3 de setiembre

(Identidades, suplemento Variedades, diario El Peruano, 4 de agosto 2006)

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