Los nuevos huérfanos
En el empleo del soporte el artista tiene hoy a su alcance toda una galería de adelantos que algunos, cual Odiseos, ven aún como cantos de sirena que te hunden en las trampas de la creación. Otros pensamos lo contrario, pues el resultado ha sido la generación de nuevos lenguajes y de más capítulos para la historia del arte. Y si muchos artistas ceden fácilmente a los encantos mediáticos, es pura selección natural: se producen momentos sin duda esenciales y también de los que habitan la amnesia cotidiana. Como en todo.
Por: Daniel Contreras M.
En el empleo del soporte el artista tiene hoy a su alcance toda una galería de adelantos que algunos, cual Odiseos, ven aún como cantos de sirena que te hunden en las trampas de la creación. Otros pensamos lo contrario, pues el resultado ha sido la generación de nuevos lenguajes y de más capítulos para la historia del arte. Y si muchos artistas ceden fácilmente a los encantos mediáticos, es pura selección natural: se producen momentos sin duda esenciales y también de los que habitan la amnesia cotidiana. Como en todo.
Por: Daniel Contreras M.
Víctor Zúñiga (Cusco, 1969), más allá de deslumbrarse por los efectos toma sana distancia de los oportunismos creativos encaminándose hacia una experimentación que no niega estos lenguajes: se apodera de ellos. En su nueva individual, Orfanato, algunos de sus cuadros parecen capturas de un videoarte y en otros utiliza la fotografía a nivel plástico.
Tras un periplo europeo, este premiado artista nos ofrece una exposición llena de referentes y de un excelente desarrollo del seccionamiento. Sin embargo, recordamos con particular fruición las propuestas del año 2001, Natura Humana y de 1997, Bitácora: esas lúcidas mezclas de territorialidades, de indicios políticos, de gente y de razas.
Según Zúñiga el eje principal de Orfanato es su preocupación por la paternidad responsable y el miedo de los infantes al abandono. Esa respuesta cierta, sonaba extraña por honesta y literal. Pero como dijo Hockney, no es necesario creer en lo que dice un artista, sino, en lo que hace.
Inevitable cavilo por el futuro después del domingo, pienso en Orfanato y entonces presiento que, además de ser su obra un fresco ejemplo del devenir de la pintura en el Perú, su muestra es necesariamente una metáfora coyuntural. Por algo –por coincidencia– esta exposición acontece en este periodo de transición y de crisis.
El pintor habla de su preocupación por el mañana. Y como espectador paso de pronto a formar parte de la incertidumbre en los ojos de aquellos niños que miran desde el óleo hacia difíciles días por venir. El momento crea una nueva experiencia. Orfanato se presenta en La Galería (Conde de la Monclova 255, San Isidro) hasta el 17 de junio.
(Publicado en la sección cultural de El Peruano, junio de 2005)
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