Thursday, August 10, 2006

Comentarios de arte

Nuestros días sin Springett
Por: Daniel Contreras M.


Fue en 1999 que la galería John Harriman del centro cultural Peruano-Británico le dedicó una extensa muestra retrospectiva. Merecido homenaje para un artista de 86 años y de alto vigor cromático y formal a lo largo de su carrera.
Tras el despliegue periodístico en algunas secciones culturales de aquel entonces, se dio inicio a esa orgía del silencio que consume en el olvido la noticia pasada. Y no supimos nada del maestro Sabino Springett (Ayacucho, 1913-Lima, 2006) hasta hace unos días, cuando nos enteramos de su fallecimiento y de que parte de ese silencio –al parecer– fue por él deseado.
Se fue un grande de esta manera. Y de los últimos que tuvieron por maestros a pintores como Daniel Hernández, Jorge Vinatea Reynoso o Alejandro Gonzales Trujillo. Y por contemporáneos a Carlos Quízpez Asín, Ricardo Grau, Alberto Dávila, Teodoro Núñez Ureta o Sérvulo Gutiérrez.
Era un pintor entre dos mundos. Si bien marcó una radical diferencia con los indigenistas, inscribiéndose él mismo como independiente, Sierra y Costa respiraban en sus cuadros en medio de referentes a Picasso y Chagall. Tuvo claro que en el arte es necesaria la libertad de elegir el camino. Por eso, Vicente Huidobro decía que las escuelas pasan y mueren, los grandes artistas no mueren nunca.
Fue un gran dibujante. Personalmente lo recuerdo entregándome unos dibujos azules para una muestra en los extintos Festivales de Lima.
En realidad, se llamaba Sabino Canales Casares y nació en Parinacochas, en medio de una familia de artesanos ayacuchanos. Su carrera contó con muchos premios. Culminó, no tengo duda, uno de los momentos claves de la pintura peruana del siglo XX. De esos que fueron escasos y se hicieron a sí mismos.

(Sección cultural diario El Peruano, jueves 10 de agosto 2006)

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