Wednesday, July 26, 2006

Acerca de la piratería


El VCD o Vivo Copiando Discos
El espectacular crecimiento de la piratería audiovisual ha abierto un nuevo panorama para la cinefilia subterránea. No obstante, la explosión multimedia se ha convertido también en un problema legal de graves consecuencias para las empresas formales. ¿Puede ser la piratería una alternativa para las grandes mayorías o un cáncer social? 

Por: Daniel Contreras M. 

El joven cineasta angloestadounidense Paul W.S. Anderson ha sido convertido por la piratería del VCD en el director más prolífico de la historia del cine. De cada 10 discos quemados, ocho de sus carátulas llevan inscrito su nombre en los créditos, sin importar que la película se llame Kill Bill, El Bola, Underworld, La secretaria, Exterminio o Italiano para principiantes. Sin importar que una sea española, otra danesa, inglesa o estadounidense, o que sus verdaderos directores ni siquiera imaginen esta ingrata usurpación.

Incluso, los mercaderes peruanos del VCD fueron a hacerle un gran favor al tal Anderson (director de las irregulares Resident Evil y Mortal Kombat), al convertirlo en una suerte de genio multifacético capaz de dirigir con éxito y acierto un sinnúmero de películas notables y entretenidas. Este Anderson en serie responde a la también masificada impresión de miles y miles de carátulas extraídas de Internet, de sitios web de uso exclusivo de aquellos usuarios que “bajan” las portadas para los estuches de VCD o DVD pirateados, donde sólo importa la parte frontal (que son copias de los afiches originales) y no los créditos en la ubicación posterior. Por ello vale poner cualquier nombre, siempre y cuando vaya acompañado de la frase writen and directed by.


En el estuche de Identidad, de James Malford, figura en contracarátula un director llamado “Remolacha Forrajera de James” e incluye en su reparto a actores con nombres coloridos como Rayo Liotta o Heces de Guillermo Scott.

¿Francis Disk o Francis Drake?
El Video Compact Disc (VCD) data de 1993, cuando Philips y JVC añadieron este disco entre las especificaciones de su manual de instrucciones. Es un disco compacto (CD) que puede almacenar video, audio e imágenes fijas. Su estructura es más avanzada que el CD-ROM o CD de audio. Este formato es ya una tecnología vieja, a comparación de otros modelos, pero posee un gran inconveniente: el resultado final es menor que el de un DVD y sus congéneres, que se distingue algunas veces en los “pixeleados” y en los “arrastres” que presenta el movimiento. Su calidad es relativamente aceptable y cuenta con un tamaño apropiado. Usa los sistemas estándar PAL y NTSC. Si bien ninguna película original llega en este formato, su estructura hace que toda clase de cinta sea adaptable.


Un DVD puede ser grabado sin extras, copiando sólo la película, la cual puede bajarse también a través de Internet mediante páginas dedicadas exclusivamente al VCD, con catálogos impresionantes, que enseñan cómo copiarlo.Algunos sitios web ponen un decálogo de seguridad en que señalan que “cualquier persona con un programa original tiene derecho de realizar una copia de seguridad de dicho software para uso personal, en ningún caso se infringe la ley. Ayudar al usuario no es delito”. A continuación: “En ningún caso se apoya a la piratería, es más, se la rechaza frontalmente.” Advierte al interesado que si pretende utilizar su web y material como epicentro de actos ilícitos e ilegales “se equivoca de lugar, y todo mal acto que haga será responsabilidad suya, en ningún caso nuestra”. Así se libran de todo mea culpa.

El mundo de Princo
El costo “de producción” real en Lima de un disco de video pirateado o quemado oscila entre 0.50 y 0.45 dólares, y se vende a 1.5. Lo mismo sucede con los DVD piratas, cuyo costo no pasa de 4 dólares. Pero lo más lamentable es la calidad de las copias. Desventaja que no les importa a los usuarios. En el centro comercial El Hueco, Mesa Redonda o en las inmediaciones del Mercado Central, la mayoría de negocios de CD de audio piratas han cambiado su stock por cientos de VCD, a la vista de las autoridades.El despegue del VCD no sólo se debe a la creciente demanda de los reproductores de DVD, sino a la visión de estos discos en cualquier computadora con tarjeta de video. La proliferación de la venta al por mayor de discos en blanco, especialmente los de marca Miky o Princo, ultrarrayables y endebles, hace aún más barato el costo de producción. En Mesa Redonda ofertan cuatro discos a 10 nuevos soles. No hay mercadillo barrial en toda Lima donde no se vendan los VCD.

Peruanas
Un ejercicio muy usual entre los piratas de todo el mundo consiste en llevar una cámara de video oculta dentro de la sala de cine durante una película de estreno. De esta manera, los blockbusters que lideraban la taquilla en Estados Unidos, como Freddy y Jason o Terminator 3, o los filmes aclamados en recientes festivales internacionales, como Dogville, de Lars von Trier, aparecen en la red el mismo día de su estreno para que sean “bajados” y luego comercializados.

Hace unos meses, Andes Films, una distribuidora local de películas, advertía antes de la proyección para la prensa de Los ángeles de Charlie al límite que revisarían a cada periodista de pies a cabeza para evitar cualquier duda sobre el uso de alguna de estas cámaras. Ejercicio infructuoso, ya que el VCD de la cinta con Cameron Díaz ya se mostraba en improvisados anaqueles de triplay y ligas en la avenida Venezuela o en Polvos Rosados.Con esta modalidad de plagio, Polvo enamorado, Baño de damas o Un marciano llamado deseo aparecían pirateadas.

Lo mismo le sucedió a Paloma de papel, de Fabrizio Aguilar, aunque su distribución es lenta debido a un paradójico respeto hacia el cine nacional, como lo han confesado algunos vendedores. Sin embargo, El destino no tiene favoritos, de Álvaro Velarde, no ha tenido la misma suerte, ya que en la misma semana de estreno ya aparecía su versión pirateada en los conos de la ciudad.

Los defensores
Pero la masificación del VCD produce un nuevo tipo de consumidor, que al parecer ha visto en estos discos una solución económica a la escasez de buenos estrenos, que a su vez resulta una opción ante el panorama que ofrece la cartelera comercial y cultural de Lima. El repertorio se ha ampliado: desde el cine asiático hasta el latinoamericano, claro que supervisado por un “ente invisible” que selecciona a partir de los “éxitos” internacionales provenientes de los festivales o de su acogida conocida por medio de Internet. Las películas ganadoras de los palmareses en los principales festivales no tardarán en aparecer en la capital mediante esta modalidad.


Es el caso de Los lunes al sol, de Fernando de León de Aranoa, que salió pirateada en marzo gracias a los premios Goya y de San Sebastián. Aunque eso sí, es más fácil que llegue el cine coreano, japonés o taiwanés que contenga acción y violencia que las de temáticas más intimista.“Soy un comprador de VCD consciente y esto significa que jamás compraré una cinta de estreno. Los filmes que están en cartelera no los encuentras en mi casa. Soy cinéfilo desde los catorce años y me fascina el gore y las cintas ultraviolentas. Jamás veré en un multicine, ni siquiera en la filmoteca, Koroshiya 1, de Takashi Miike, o La casa de los mil cuerpos, de Rob Zombie, revela Marco Antonio Saavedra, quien asegura que comprar este tipo de cintas no le hace daño a la industria nacional.


No es novedad que en galerías Brasil haya cosas del movie Japan, de animes, del Giallo, que valen 15 ‘lucas’; mientras que un original comprado en Amazon cuesta entre 15 y 35 dólares más gastos de envío.” Para Andrea Zepilli, de 23 años, universitaria, si no fuera por algunos VCD no hubiera podido ver cintas francesas, suecas o alemanas. “He visto Spider, de Cronenberg; Lilja 4-ever, de Lukas Moodyson; o The adjuster, de Atom Egoyan. De otra manera hubiera sido imposible.”


Hugo Yépez, empleado público, sólo gasta 5 nuevos soles para ver Los tramposos, de Ridley Scott, y S.W.A.T., de Clark Johnson, aunque el vendedor le diga que se ve “bajo”, casi sepia y los subtítulos aparezcan sobre una gruesa franja negra. “Así la veo en familia. Nos gusta la acción, porque si no qué caro me saldría la cuenta. ¿Pirata? No es malo y, además, lejos están de hacer lo que hacían los piratas, ¿no?”


Jerónimo Chumpitazi, vendedor ambulante de Jesús María, dice que de esas ventas vive. “Hasta gente de la televisión que pasa por el mercado me ha comprado, muchos jóvenes, señoras, todos compran.” Otro medidor local es el Encuentro de Cine de la PUCP. De su última edición no sólo se quemaron las cintas latinoamericanas en competencia, como Kamchatka, El Bonaerense o Ciudad de Dios, sino también las muestras paralelas, como Igby goes down, de Burns Steers (actualmente en cartelera); Audición, de Takashi Miike; o Bowling for Columbine, de Michael Moore, que se estrenaron posteriormente.

Dura de matar
La piratería ha conseguido aflojar la moral de muchos ciudadanos. A mediados de la década de 1990, con la aparición de los multicines y las tiendas de video, resurgió la industria del cine en el país. Esto generó aproximadamente 2 mil puestos de trabajo, además de contribuir anualmente con 80 millones de nuevos soles al fisco y a los municipios. En la actualidad las ventas se han reducido en un 20 por ciento en los primeros seis meses del año, debido a la piratería, que ha crecido espectacularmente en ese lapso. Es decir, hasta ahora el número de espectadores ha disminuido en un 35 por ciento, casi la mitad.


Si esta tendencia continúa, desalentará la inversión en más multicines y podría quebrar la industria. Por todo ello, salas, distribuidoras de películas y tiendas de alquiler y venta de video han iniciado una campaña de difusión y apoyo a la cruzada antipiratería del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi), que lleva a cabo duros y casi diarios operativos de decomiso.Esta iniciativa tiene como objetivo fiscalizar la comercialización ilegal de cintas en CD y DVD piratas, que atenten contra los derechos de autor.


Entre las acciones de esta cruzada, que busca considerar la piratería como delito, se ha contribuido a incentivar una cultura de la creatividad, asociando el rechazo a la piratería como una forma de defensa de los creadores. Asimismo, busca promover un entendimiento integral de la propiedad intelectual a favor del desarrollo económico y social del país, e informar al público tanto de los derechos y obligaciones relacionados con la propiedad intelectual como de los beneficios para el consumidor. Misión casi imposible al comparar esta nueva piratería con la del audio, que ha crecido impune y rápidamente, tanto que más de la mitad de todos los puestos que forman el centro comercial El Hueco (en la avenida Abancay) o Polvos Azules, Las Malvinas, Polvos Rosados y Mesa Redonda desaparecerían si la ley y los derechos de autor se cumplieran.
(Tomado de Identidades, Nº 52. del diario El Peruano. Enero de 2004)

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