Wednesday, July 26, 2006

Serie 1



Obra última de Sonia Prager reunida en Serie I
El retorno de la escultura
Tras la gran retrospectiva en 2005 que le organizaron el Icpna y el centro cultural de la PUCP, Sonia Prager presenta actualmente su nueva exposición individual.

Por: Daniel Contreras M.

En su taller frente al mar de Magdalena, la escultora Sonia Prager saca un papel del bolsillo y lee en voz alta. “Una lectura de mi trabajo tiene que ver con la relación del ser humano y su entorno: la naturaleza, la cual se ha deteriorado de tal manera que me lleva a plantear un trabajo escultórico que relacione y armonice la intervención de la mano con la piedra, sin violentarla, más bien logrando lo mejor de ella”.


Falta poco menos de una semana para la inauguración de Serie I y Prager da el acabado final a las piezas que llevará al montaje. A lo largo del amplio pasadizo, a la manera en que Magritte envolvió las cabezas de dos amantes en uno de sus celebres cuadros, sus esculturas se muestran cubiertas. “Sucede que siempre estoy pensando en la próxima obra por hacer”. Afirma que por eso las tapa. Una vez terminadas, sólo son piedras que representan un momento de su historia.
“No tengo ese apego por las obras. Prefiero ver otro tipo de desarrollos, como el de mis hijos, que son seres en permanente evolución”, sostiene. Pero la artista, que regresa a las salas de exposición luego de una pulcra antología de su obra (1977-2005) curada por el crítico Jorge Villacorta, no esconde su fascinación por la materia. Las palabras le quedan chicas. Piensa cada término que usará como respuesta.
“Antes trabajaba formas monumentales en granito, por lo que debía usar un maestro de obra que me ayudara en el proceso más duro. En Serie I intervengo la piedra de Huamanga -y otras provenientes de la zona-, pues siento que en este momento es el material mediante el cual puedo trasmitir lo que quiero decir”. Afirma que actualmente trabaja en soledad, experimentando con el pequeño y mediano formato, lo cual le produce el placer de no depender de nadie en un proceso y lenguaje distinto a todo lo anteriormente hecho.
Vuelta de tuercaPrager sigue leyendo el papel que sacara de su mandil. “Otra lectura que corre paralela es producto de la revisión de mi proceso plástico durante los años que llevo trabajando escultura. Y de un retorno a las formas orgánicas que utilicé de joven, lo que me permite expresar mi actual posición ante la vida”. Convertida en uno de los puntos claves en la sustanciosa y singular nómina de escultoras peruanas, todo lo dicho por la crítica sobre su obra es radicalmente válido por evidente. “Sus formas son simples, pero rotundas”, “minimalismo naturalista”, “rigurosidad, austeridad y afán de renovación”, “una comprensión cultural de la materia y de su lugar en la dimensión de lo creado”.
La antología del 2005 fue como cerrar un capítulo, sostiene. “Existía la necesidad de darle una vuelta de tuerca a mi trabajo, a mi lenguaje”, asegura Prager, cuya anterior preocupación “era no tocar la piedra, intervenirla lo mínimo posible para no dañarla”. Sin embargo, hoy piensa que eso ya no es válido. “La naturaleza ya ha sido muy deteriorada”, reitera. Por todo ello, ahora interviene la piedra, pero delicadamente, provocando una situación mucho más sensual que antes. Al decir sensual, duda si ésta es la palabra correcta. “Digamos, más natural que conceptual”.

Elogio del cincel
Serie I le ha costado un par de años de lectura e investigación, tiempo que compite con su labor docente. “En el panorama latinoamericano, lo que nos sucede en escultura es de lo mejor, lo cual sigue siendo una paradoja: mientras mejoramos hay menos apoyo para el artista”, afirma. Antes de la despedida, comenta que nunca pensó emigrar al extranjero. “Trabajo para este país, soy bien local”.
Que en ese barullo provocado por la situación reciente del Museo de Arte Contemporáneo la solución pudo haber sido “ponerle Szsyslo a una de las salas del museo”. Que siempre tiene un dibujo o una escultura por terminar y muchas otras para empezar.

Es la necesidad de trasmitir ternura, la delicadeza necesaria para devolverle al entorno su bondad, su belleza”. Sonia Prager da fin a su breve lectura. El tiempo real pasa lento en Magdalena. El espacio emocional se traslada nuevamente a la galería.

Serie I. Esculturas de Sonia Prager. Galería Fórum Larco 1150, sótano, Miraflores. Hasta el 29 de mayo de 2006.
(Tomado de Identidades, Nº 107. Diario El Peruano. 8 de Mayo de 2006)

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