A iniciativa de la revista Arte al día y con el apoyo de la municipalidad capitalina, un fantasma cultural recorrió Lima aglutinando las programaciones ya establecidas de galerías, centros culturales y locales otros. La Semana del Arte 2006, experiencia ya realizada en diversos países, creó un espejismo que invitaba a percibir una atractiva agenda que siempre estuvo allí, pero dispersa.
Sin embargo, iniciativas como ésta deben virar hacia una concreción radical y perdurable si queremos una capital donde la cultura sea un elemento vital para sus habitantes –y para su imagen. Existe, por ejemplo, un proyecto presentado por el centro cultural de San Marcos para convertir al deprimido, pero potencialmente rico, Jirón Azángaro en un gran corredor cultural. La próxima gestión municipal debería atender la iniciativa. Lo cual, por mención, nos lleva a lo ocurrido con el CCSM y su flamante gestión: un claro ejemplo ya por muchos conocido de cómo no se deben hacer los cambios de mando.
Lo que nos retorna a otro tema de índole ciudadana. Se acaba la gestión del alcalde Castañeda y el balance a nivel de proyección cultural es pobre. Si bien, punto a favor es el trabajo en zonas marginales mediante programas de lectura, la historia reciente demuestra que no existen proyectos a largo plazo en nuestras instituciones. Las extintas bienales de Lima son otro ejemplo de cómo perdimos la oportunidad anual de ser el centro de la mirada internacional artística.
En áreas como la cultural, las nuevas gestiones deben continuar con los proyectos de su antecesor, que a la vez, deben ser continuación de un mismo norte. Sólo así se logra su institucionalidad. Un lamento bien peruano para cada lustro.
(Columna de comentarios de arte, sección cultural El Peruano 20 de julio 2006)
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