Wednesday, July 26, 2006

Con Buntinx en La Casona


La Casona de San Marcos redescubre su historia
El barroco vuelve
Una nueva serie de murales estilo barroco, originarios del siglo XVIII, han sido descubiertos en la antigua Casona de la Universidad de San Marcos, hoy sede de su centro cultural. Sutiles restos y rastros de una primera época de florecimiento del noviciado jesuita, para el que este monumento arquitectónico fue construido.


Son cosas del azar. El Centro Cultural de San Marcos (CCSM), ubicado en la añeja casona del Parque Universitario, blande un nuevo descubrimiento artístico e histórico. Pintura mural y otros elementos de carácter religioso del siglo XVIIII, han sido hallados inesperadamente en uno de los ambientes de su Patio Principal, más conocido como Patio de Derecho.

Esta institución que gracias al convenio Perú-España viene restaurando y revalorizando su sede otrora tugurizada y ruinosa (proyecto que se espera culminar en 2007), guardaba en uno de sus ambientes, ocultos por anaqueles y estantes, asombrosos restos de pintura mural y grutescos. Trazos barrocos que adornaron los ambientes del mencionado patio.

Es así que tras la mudanza del Archivo Histórico de la UNMSM, realizada como parte de la regeneración espacial del edificio, el personal del Centro Cultural se dio con la sorpresa de hallar estos fragmentos, al igual que dos aguamaniles, que pese a los siglos y a los daños sufridos aún cautivan.

Unir estas piezas tendrá como resultado completar un panorama del pasado, que permitirá una mejor comprensión del presente. Por ello, estos restos vienen siendo tratados de una manera científica y con toda la batería de pruebas que ello requiere. El objetivo es esclarecer la coyuntura en la que fueron pintados y cual es su estado de conservación. Como dato inicial se ha logrado determinar que el recinto en restauración era utilizado como zona de ingreso a la vecina Iglesia de San Carlos –hoy Panteón de los Próceres– entre los siglos XVII y XVIII.

Cirujanos de la historia
Análisis de pigmentos, registros fotográficos, consolidación de la pintura, metódica limpieza con espátulas y bisturís así como estudios de composición y estilo, forman parte de los primeros pasos en busca de la claridad histórica.

“La pintura descubierta, de imitación arquitectónica y figuras con elementos naturales, es similar a la que existe en la Capilla de la Virgen de Loreto”, sostiene el coordinador del proyecto de restauración, arquitecto Martín Fabbri. “Esto nos hace pensar que el ambiente tuvo una función litúrgica: una capilla anexa a la Iglesia, o una a la cual se podía ingresar sin entrar al templo en horas en que éste se hallaba cerrado”.

Según Fabbri, ello a partir de que casi todos los templos de Lima contaban con un oratorio adjunto, como Santo Domingo que tiene la Capilla de la Veracruz. O el de La Soledad, contiguo a la Iglesia de San Francisco.

Para el estudio del mural, hecho a base de pigmentos minerales, no se viene utilizando ningún químico, sino, materiales compatibles con los tintes. Para detener el proceso de deterioro, en pocos días se le inyectará cola granulada con lo cual la pintura se fijará al muro.

Con este hallazgo la antigua Casona se reafirma como fuente inagotable de estudio y transformación. Y tanto desde el punto de vista histórico como arquitectónico, hoy por hoy representa uno de los más importantes conjuntos monumentales de la Lima que nos queda. Excepcional.

(((Recuadro)))
Gustavo Buntinx: Un goce místico y libidinal

El historiador y crítico de arte, Gustavo Buntinx, también director del CCSM, ofrece su importante punto de vista al respecto.

¿Siendo director del CCSM cómo tomó la noticia del hallazgo?
–Con goce místico y libidinal. Porque además de tener la compleja y delicada responsabilidad del proyecto institucional del CCSM, soy primero y último un historiador lascivo del arte. Y mis flujos corporales responden precisamente al estimulo de una historia que sobrevive en sus restos artísticos, a pesar de los desmanes y las perdidas que han lamentablemente caracterizado el transcurrir de nuestra vida como sociedad.

¿Y cómo calificaría el valor artístico de los murales?
–Capital. Porque como investigador entiendo la importancia incluso de aquellos elementos que llegan a nuestros días como ruina o fragmento. En ellos se cifra el sentido de épocas pasadas en aspectos tan decisivos como su vocación estética y su pulsión religiosa espléndidamente articuladas por motivos tan sensuales y espirituales al mismo tiempo, como los de ese mutilado grutesco que hemos descubierto. E incluiría en esa misma clasificación los otros diseños, aparentemente más neutros y sobrios, las tramas geometrizantes, o incluso las cruces que hemos hallado en los desaparecidos aguamaniles. Hay en el temblor de la pincelada de estas últimas, y en la sabia irregularidad del diseño de las primeras, un elocuentísimo registro sensible de la sensorialidad de una época.

¿Qué planes para el futuro de los murales?
–Hemos decidido modificar el plan de uso de estas áreas, que ya no estarán destinadas a funciones administrativas, sino, serán adecuadas como un ambiente para la exhibición permanente de la memorabilia de la Casona. No solo expondremos allí los restos murales descubiertos: también una serie de elementos surgidos de las excavaciones o de las reelaboraciones arquitectónicas de nuestra sede, ofreciendo así al visitante un encuentro deslumbrante con la historia no solo olvidada, sino, negada, reprimida, despreciada, que en estos felices tiempos estamos empezando a rescatar.
(Suplemento Identidades. Edición 104. Diario El Peruano. 20 de marzo, 2006)

1 comment:

Anonymous said...

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